
El encuentro disputado ayer fue, sencillamente, un partido para olvidar… al menos en su primera mitad. El equipo firmó 20 minutos iniciales horrorosos, irreconocibles, sin tensión y pagando cada error con goles en contra. En un visto y no visto, nos encontramos 0–3 abajo, desbordados y sin respuestas, incapaces de mostrar la seriedad que exige una categoría tan competitiva.
Pese a todo, el equipo no perdió la cara al partido y llegó a acercarse en el marcador antes del descanso, aunque otro fallo grosero permitió al rival anotar el 1–4 con el que se llegó al entretiempo. Demasiado castigo, pero merecido visto lo visto.
Otra historia tras el descanso
La segunda parte fue casi otro deporte, como si hubieran saltado al campo dos equipos diferentes. Desde la reanudación el equipo apretó, mordió, presionó con criterio y mostró carácter. Nos pusimos 2–4 y durante muchos minutos la sensación fue de remontada posible. El juego fluía, se llegaba con peligro y se metió al rival en su área.
Sin embargo, dos nuevos errores defensivos, impropios de esta categoría, volvieron a condenar cualquier opción. El contrario amplió la ventaja mientras nosotros seguíamos pagando fallos que cuestan puntos. Aun así, se logró cerrar el marcador con un nuevo empuje para poner el definitivo 4–6.
Conclusión
El resultado final refleja fielmente el partido: un reparto de 40 minutos muy diferenciado, con una primera parte indigna y una segunda en la que casi todo fue positivo. Pero para competir en esta liga no alcanza con media hora de orgullo y fútbol; la exigencia es de partido completo, serio y constante.
Como queda demostrado, los encuentros que se empiezan así… se pagan hasta el final.
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